El amanecer ocurre todavía pero nadie lo espera ya: carta a mi yo del futuro

Estoy a veinte días de cumplir veinte.

Cuando estés a treinta de cumplir treinta volverás a estas palabras y sentirás la extrañeza de habitarme de nuevo y la certeza de no ser la misma persona que escribe esto justo ahora. Espero que estés bien con eso.

¿Qué tiene ese extraño número que me produce un malestar nosédónde y un vértigo indescriptible? Como si se avecinara un aterrizaje que avisa que hay que agarrarse fuerte, y yo no, juego al equilibrio creyendo que no me va a tumbar. Pero en el fondo, claro que siento miedo: el último año fue un revolque de emociones y cambios, descubrí por fin que aunque la muerte no ha estado ni cerca de los que me rodean, es lo único de lo que todos estamos seguros. Que estar seguros de algo no significa estar a salvo de eso mismo. Que ahora me parece horrible descubrirme tan efímera y  prescindible, pero que a esa condición espero adaptarme. Que me sentí por primera vez desperdiciada y no quiero permitirme eso nunca más. Pero también que ahora me siento un poco más fuerte y más consciente de que nos agotamos, que no existe lo eterno pero podemos elegir creer en lo sempiterno. Y que debo cuidar las palabras que le regalo a los demás, si no quiero que cada vez los fragmentos al quebrarme sean más y más pequeños y un día no haya manera de repararlos.

Postergué esta carta durante algunos meses y todavía no sé qué podría decir.

Escribo esto sobre mi cama, que no es la misma cama en la que dormí los últimos diez años, ni está en la misma casa, pero sí al lado del mismo piano en el que todavía me descargo cuando estoy triste. Hay una repisa llena de un año de suscripción al Malpensante, varios libros leídos, algunos libros sin leer, libretas con pensamientos de hace cinco años hasta ahora y otras libretas llenas de dibujitos, pintados en acuarela casi todos. También están los pinceles y una cajita metálica en la que guardo todas las cartas que me han escrito. Sigo pensando que las cartas se escriben para no entregarse y seguramente por eso siento tanto miedo de la destinataria de ésta.

Tengo una colección de carnés estudiantiles desde jardín y un afán que impresiona por dejar constancia de absolutamente todo, en escritos, dibujos, fotografías, conversaciones… que no se me escape ni un recuerdo. Siento mucho miedo del olvido y mi filosofía de vida sigue siendo que somos historia, ¿cuál es la tuya hoy?. Hay varios tótems apoyados sobre los libros: un relojito de arena que cuenta tres minutos, otro mecánico al que no le doy cuerda hace más de un año, dos barquitos de papel que me regaló una amiga para cuando me pesara la escafandra y una figurilla en piedra que representa la diosa lunar, el único regalo de alguien a quien le dí más importancia de la debida pero que seguro recuerdas, ojalá con cariño.

Tengo muchas preguntas por hacer, pero antes, quiero que al leer esto, quizá curiosa de lo que pueda producir y con una sonrisa en el rostro por lo perdida que puedo sonar aquí, recuerdes que estoy tranquila: que estuviste tranquila… pese a todos los dramas de la juventud, que además disfrutaste. Y que cada día de los últimos meses después del año al que etiquetaste como el peor hasta ahora, despertaste con la premisa de buscar esa tranquilidad y cuidarla a capa y espada. Que ayer pensé que el universo me escupía en la cara, hoy me voy a la cama cada noche con la misma llamada telefónica que me hace sonreír mientras se me cierran los ojos y que lo más probable es que mañana ya no suene el teléfono ni hayan mensajes de buenos días ni listas de reproducción con su nombre. Que es todo muy extraño, pero nada me ha gustado más que esa extrañeza repentina.

¿Cuánto duró eso que creíste que no duraría más de unos días, que ya lleva meses, que dudo que dure años, pero que es tan bonito?¿sabes de su paradero, ahora que me imagino que tuvieron que seguir sus caminos y tomarse la vida en serio? En tu ordenador hay una carpeta que titula \”acabarme\”, decime por favor que se ha formateado todo y que sí, seguís sintiendo ansiedad por el pasado y no querés que los recuerdos se modifiquen al contarse, pero que por fin esa carpeta ya no existe y muchos otros recuerdos tan peligrosos como espinitas de cactus dejaron de ser tan importantes. ¿Dónde estás ahora?¿qué estás haciendo?¿disfrutás lo que estás haciendo?¿tus papás ya están viviendo en la finca que siempre soñaron?¿tus hermanos están felices?¿vos, estás tranquila?¿están trabajando en algo juntos?¿ya tenés sobrinos?¿cuántos, cómo son?

Decime que todavía llevás una libreta en tu bolso para escribir todo lo que pasa por la cabeza. Que le diste otro plano en tu vida a los celos. Que seguís cantando todos los días. Que todavía te gusta ver las estrellas, jugar a cazar luciérnagas, y que podés ir a saludar al mar eventualmente. Decime que todavía el baile sigue siendo tu ritual curativo. Hablame de tus rituales actuales, ¿todavía leés poesía cada noche?¿te siguen gustando las palabras y jugás a descuartizarlas cada tanto?¿tenés con quién hacer juegos de escritura?¿tus acuarelas siguen siendo tan importantes?¿todavía le dibujás con cariño a las personas que tenés cerca?¿alguna vez publicaste uno de esos dibujos?¿seguís acurrucándote en cama de mamá cada mañana?¿seguís sintiendo que te pinchás dentro cuando alguien que querés te dice adiós?¿todavía se te infla el alma cuando abrazás con ganas?

Decime que Diego no ha muerto, que estás segura de que no ha muerto aunque ya no hablen nunca, que sabés de su existencia. Que Ana y Carolina siguen acompañándote en cada locura que se te ocurre y vos a ellas, y que las tres tienen un proyecto sostenible al que le han puesto muchísimo amor. Que Luisa te envió muchas fotos y no dejó de escribirte cuando lo dejó aparentemente todo para viajar, que es muy feliz. Que todavía ves a tus dos mejores amigas del colegio y siguen siendo tan descarnadas para decirte las cosas como ahora. Que todavía sostenés conversaciones inacabables con Mariana y siempre puede sorprenderte más. Que Daniela está tranquila y eso dejó de ser una esperanza lejana.  Que conociste a Lucas Vargas en algún taller, seminario o fiesta del libro. Que Valentina tiene su propia revista y Sergio está siendo apuesto y exitoso en alguna parte como todos siempre creímos, pero mantiene el contacto y te visita cada tanto para hablar. Que estás escribiendo siempre y todavía conservás la cajita metálica en donde ahora hay cartas nuevas/viejas. Que el álbum de fotografías que iniciaste a  los dieciséis por fin está al día.

Contame de tus aprendizajes de la tercera década. ¿Seguís pensando que debe ser la mejor década?¿todavía asegurás entre risas que habrías deseado vivir en los años 20? Decime tres cosas de las que tengás certeza justo ahora, tres miedos y tres consejos que debí seguir y te habrían hecho la vida más simple. ¿Seguís creyendo que el arrepentimiento es inútil porque si una decisión te trajo hasta aquí, fuiste vos quien decidió?¿seguís frecuentando esos lugares comunes que ya nadie visita solo para ver cuánto se han transformado?¿seguís tan enamorada de las nimiedades?¿dejaste de idealizar a las personas?¿aún idealizás los sentimientos?

Me gusta el color borgoña y me gustan las flores, nunca he tenido nada favorito ni he sido seguidora de ningún tipo de música o famoso, algunas veces sigo los arrebatos de aplicar labial rojo o morado sobre mis labios pero casi siempre están limpios, me gusta escabullirme a un sótano de la ciudad para ir a bailar salsa con desconocidos, me molesta la gente grosera, hago ballet cuatro veces a la semana, me gusta dramatizar fragmentos de mis poemas favoritos, quiero visitar Uruguay y los últimos días la idea de construir una casita en el campo no abandona mi cabeza. ¿Qué color te gusta hoy?¿tenés un jardín o algunas flores en la mesita de centro?¿construiste la mini-huerta que siempre soñaste?¿todavía bebés cidrón en lugar de tinto?¿qué estás leyendo?¿qué canciones suenan en tu última lista de reproducción?¿cómo te maquillás los labios hoy?¿después de tanto evitarlo, qué hizo que dejaras de practicar ballet?¿todavía estirás en las noches?¿algún día dejaste de dramatizar tus poemas solo en casa?¿qué te pareció Uruguay, cómo huele, cómo suena, a qué sabe?¿ya tenés los planos de la casita en el campo?

Estoy a veinte días de cumplir veinte y no es casual que gusto y susto tengan casi las mismas letras. Contame sobre tus miedos y tus sueños ahora que han pasado diez años, y  leé esto:

Todo sucede en el oleaje de la memoria:

palabras que fueron dichas pierden su esplendor,

de las sonrisas desaparece esa boca,

el amanecer ocurre todavía pero nadie lo espera ya,

su cuerpo es igual a otro cuerpo,

muere la ausencia ese insaciado apetito que acompaña,

el teléfono no trae su voz y poco importa.

Se apaga la luz que iluminaba la escena

y hacía brillar las mesas y los ojos.

Es el olvido, puerta siempre abierta

que nadie sabe cuándo se atraviesa.

Ocurre un día y comienza entonces el recuerdo,

lenta mirada sobre territorios muertos.

María Mercedes Carranza

¿Todavía sentís ese dolorcito extraño al leerlo?¿todavía te gusta tanto?¿recordás dónde lo leíste por primera vez?, ojalá sí y en caso de que no, ojalá conservés esa carpeta en tu ordenador que se titula \”acabarme\”. Hoy, soy una contradicción ¿y vos?

La Escafandrista 

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