Incordio

Se me dificulta conjugarme en presente.

Siempre hay algo que me ata a lo que ya no es, pero ahí estoy: soy la amiga que traiciona ese título. Soy la mujer que explota en llanto mientras sube las escaleras al metro porque se admite traicionada, y abatida dice: me rindo. Soy la asistente que se siente incompetente y siempre quiere dar más y siempre está más cansada. Soy la de las agendas electrónicas y manuales como queriendo que no se le escape ni un minuto. Soy la chica que le dice a su mejor amigo: estaré con vos para siempre y dos meses más tarde no quiere verlo ni en pintura. No hay arrepentimiento porque si algo me ha traído hasta aquí, tuve que disfrutarlo. Me gusta creer en las causas perdidas. Me gustan las personas. Me gustan los primeros besos. Hay abrazos que quiero guardar en una cajita y mi sentido favorito es el olfato porque no he podido capturar olores como capturo fotografías y retrato situaciones con palabras. Soy la que cree que el universo responde a la manera en la que actúas. Soy un silencio en el metro después de un gran abrazo que susurra al oído: gracias por dejarme descubrirte, perdón por hacerte daño, te quiero. Pero nada: sonrío y me quedo muda. Soy la mujer al borde del camino, que siempre está esperando.

Soy un montón de ruido al que hay que bajar volumen.

Soy todas ellas: casi nadie.

Prefiero quedarme en las grietas donde no soy.

2 comentarios en “Incordio”

  1. Lucas Vargas Sierra

    En inglés la tienen más fácil: to be es al mismo tiempo ser y estar. En español le invertimos mucho al ser, pero el estar viene siendo nuestra condición después de los horrores de la Segunda Guerra.

    Estamos, no somos. Creo que esa es nuestra tragedia.

    Pero se aprende a vivir con ella, y a crear, claro, desde las grietas.

  2. Quería yo de niña ser azafata, quería servir.
    Hoy quiero solo servirme.
    He fracasado en toda interacción social humana.
    Extraño es extrañar ser extrañada.
    Extraño es extrañarme.
    Añoro llorarme porque ya no quiero llorarlos, a ninguno, a ninguno de ustedes.
    La azafata vive estrellada, extrañada de tanto extraño al que antes llamó pasajero y sirvió.

    Hoy aterricé la vida mientras me estrellaba.

    Yo también estoy a un ladito del camino, esperando un vuelo de vuelta a casa.

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