Escarbar nuestros orígenes no siempre es una experiencia de alborozo:
que esta catarsis que arruga el alma, encharca los ojos y eriza la piel sea para engrandecer el espíritu y la pasión por el quéhacer elegido en la cantidad de caminos por recorrer. Y que cada vez sea más intensa, porque \’estar mal\’ también es evidencia de que estamos vivos. Relatos de un militar contados por su pequeña.
Helicóptero de la policía militar, Cumaribo, Vichada: 1998.
Mi papá es militar.
A menudo me pregunto por las connotaciones que puede tener esa expresión y trato de recordar lo que significa ser hija de un militar, haber vivido en un batallón y tener a mis caprichos de princesa la disposición de todos los subalternos de mi padre. Pero no logro recordar nada de eso.
Me recuerdo en un parque, a veces uno muy solo a veces no. Sentada en un columpio balanceándome: adelante, atrás. Adelante, atrás. Adelante; maravillada al ver despegar un helicóptero y aterrizar otro, casi en el patio de mi casa, aunque no supiera cómo ni para qué se utilizaban.
Me pregunto por cómo debo sentirme al contar que mi papá es militar.
No logro recordar ninguno de los largos viajes que hice en mis primeros años de vida, ni los lugares que me vieron aprender a caminar, ni las personas. Tampoco las tortas ni los vestidos de cumpleaños que aunque están en fotografías no evocan nada en mi memoria.
Imagino que fui feliz. A los tres, cuatro, ocho años difícilmente se es infeliz.
Mi papá es militar y yo a diferencia de mi hermano mayor, quien pudo vivir un poco más la experiencia, no sé cómo describir lo que esto representa. He tenido que ver que a muchos les moleste, que a algunos les intrigue y que a otros les dé igual. Pero la reacción es casi siempre la misma: ¿Es muy bravo? —Nunca sé qué responder—.
No sé cómo fue mi papá el militar. Sé que si pudiera, narraría su vida en tangos. Que disfruta del aire libre fuera de la ciudad. Sé que luego de yo aprender a caminar, no tardó mucho en bailar conmigo la caída de la hoja, y que la banda sonora para cualquier memoria en la que él esté es el Cambalache, de Carlos Gardel. Que me sé esa y muchas canciones más y que aún así no conozco lo que estas simbolizan en sus entrañas.
Cuando pienso en qué respuesta dar a esa pregunta, es inevitable recordar el lema de uno de los distintos colegios en que estudié: \”Firmeza cuando sea necesario, dureza nunca, dulzura y caridad en todas partes\”. Porque los militares, también son dulces y caritativos cuando se proponen.
Mi papá, el militar, es de ojos azules cuando usa camisa azul, y verdes cuando usa camisa verde. Tiene una barriga que disfruto abrazar, sus piernas están llenas de \’heridas de guerra\’. Y lo único que le heredé, aparte de la nariz, es el cabello crespo que él no luce porque siempre está motilado. Sabe que no comparto sus gustos políticos pero que es mi asesor de vestuario de primera mano. Me gusta decir que somos polos opuestos porque soy realmente consciente del gran parecido que tenemos.
Recuerdo varias cosas: que cuando yo aprendía inglés, él interrumpía mis diálogos con palabras que inventaba para hacerme sonreír. Que gracias a él soporté estudiar contabilidad desde quinto de primaria, y que ese mismo año, cuando una compañera por primera vez me mandó a la PM, le dije que eso significaba Policía Militar porque en mi vocabulario no estaba la expresión Puta Mierda.
No sé cómo debe comportarse la hija de un militar, qué palabras debe usar, qué lugares frecuentar y qué amistades preferir. Sé que lo que se haga debe hacerse con amor, que debo trazarme metas y no parar hasta alcanzarlas. Sé que incluso las hijas de los militares no paramos de soñar. Que un día no supe cómo contarle que su hija, futura contadora, quería contar historias. Ésta es la suya:
El inicio
Su primer encuentro con las fuerzas armadas fue al prestar el servicio militar obligatorio, en 1984. Tenía él 21 años y seguramente yo no estaba ni en planes. No tardó mucho para preguntar cómo hacer una carrera militar y de allí en adelante, su vida se resumió a traslados inesperados que lo llevaban a un descubrimiento tras otro, de lugares, personas y experiencias.
Yo no comprendía, así que me lo explicó:
Hay dos tipos de carrera militar: la carrera de suboficiales y la de oficiales. Cada una tiene diferentes rangos de mando, y para cada asenso, aparte de los exámenes médicos, físicos y psicológicos, deben aprobarse cuatro fases de la doctrina militar: Instrucción y entrenamiento, inteligencia, operativos y, comunicaciones; luego de determinado rango la administración es la fase quinta. Cada rango funciona como colador.
—¿Y para ser militar, qué se necesita? —honor, lealtad y disciplina.
Empiezo a entender la reacción de muchos cuando se enteran que mi papá es militar, conociendo tantos que también lo son y carecen de las características mencionadas. En todo caso, él cultivó esas tres virtudes a lo largo de su carrera y ha sido también su base a la hora de educar sus hijos.
En marzo de 1986 se graduó como Cabo segundo (CS) e hizo parte de la Policía militar #13 de Bogotá.
Los siete días blancos
El hoy beato Juan Pablo II[1], caracterizado por la defensa y oración de los desamparadosvistió Colombia el 1 de julio de 1986. En Bogotá, Juan Pablo II ofició misas en los parques Simón Bolivar y El Tunal. Y el incremento de seguridad y la custodia que le brindaron los altos mandos de las fuerzas militares durante los siete días en los que ofreció 27 misas y discursos, llevó días y noches de preparación.
Estadio El campín: Tropa de seguridad del papa dirigido por el General comandante de la decimotercera brigada. 1986.
El para ese entonces Pontífice de 66 años de edad, permaneció en el país en dónde además de las misas y homilías, también dejó mensaje a los presos y recorrió 203 kilómetros en papamóvil.
—El papamóvil llegó quince días antes de que él llegara. Y a partir de su llegada, tres días antes y tres días después no hubo tiempo de descanso. Esa seguridad tan rigurosa no la había visto nunca antes, y no he vuelto a verla desde entonces. Todo Bogotá estaba militarizado.
\”Hacer terrorismo es más fácil que prestar seguridad\”
Era 1989, al año siguiente se casaría con mi mamá y al siguiente nacería mi hermano mayor. Pero en ese momento: viernes, 18 de agosto, 7:00pm; él y toda la compañía de reacción inmediata de la Policía militar #13 se encontraban en las calles de Bogotá buscando capturar los responsables de la muerte de Luis Carlos Galán[2].
—Nadie durmió esa noche. Hicimos retenes y requisas. Yo estaba en el barrio Britalia en Bogotá, y allí encontramos armamento y equipos de comunicación de grupos armados, pero eso queda en manos de la fiscalía y la compañía de inteligencia militar. Además, ese tipo de crímenes son organizados desde la misma política. Lo que sí cuestiona, es la respuesta de parte de los gobiernos de turno en este y muchos otros casos: consejo de seguridad. ¿Qué significa?, pasan los años y el país sigue en las mismas condiciones.
Pero paralelo a esto, el transcurso de su carrera militar coincidía con la formación del hogar y la familia. En 1990 mis padres se casaron, y ese mismo año mi papá fue trasladado a Medellín, al Batallón Pedronel Ospina, donde en 1991 nació mi hermano mayor y donde muchos años más tarde mi hermana y yo también viviríamos.
Hubo traslados a Barranquilla (1993), San Andrés (1994), Bogotá (1994), Caquetá (1995), Villavicencio (1997), Cumaribo (1998), y luego de pasar dos años nuevamente en Bogotá, trasladado a Medellín, en 2002 tuvo que hacer parte del operativo militar que buscando acabar con milicias urbanas arrebató hijos a muchas madres y los alejó de sus hogares para siempre.
Operación orión, nunca más.
Avanza el 2002: año en el que nace mi hermana menor, y en el que el presidente de turno Álvaro Uribe Vélez ejecuta un operativo que hoy, doce años más tarde, se recuerda con tristeza y tedio, en el repudio de los ciudadanos. Este operativo realizado el 16 y 17 de octubre del año en mención, se efectuó por las fuerzas Militares de Colombia con la Policía Nacional de Colombia, apoyados por la Fuerza Aérea de Colombia. Además, actuaron de la mano de la Fiscalía General de la nación y el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).
Según la personería de Medellín, se llevaron a cabo innumerables capturas arbitrarias y detenciones selectas de habitantes, que posteriormente desaparecieron.
Mural Operación Orión nunca más, ubicado en la Comuna 13 de Medellín. [3]
—Recuerdo que un anciano me llevó casi obligado hacia una esquina y me pidió que me alejara, cuando estábamos a salvo me explicó que en el lugar en el que estaba estallaría una bomba, así que procedimos a desactivarla. La Operación Orión sin duda dejó muchas cicatrices a la Comuna 13 y es de obviar que nadie quiere que se repita.
Hay un momento en el camino en el que debe hacerse una pausa, re-pensarse a sí mismos e iniciar la deconstrucción del ser, seleccionando los cimientos que se quieren conservar y los que no. Pero escribirlo resulta más sencillo cuando no se está de acuerdo por completo con lo que te ha dado de comer toda la vida.
Según Ernesto Garzón Valdés, podemos entender la familia como una entidad privada, en su significado de sociedad en escala donde pueden imperar exclusivamente los deseos y preferencias individuales. Y Hanna Arednt argumenta que hablar de lo público hace referencia de inmediato a la Polis[4], mientras que lo privado inmediatamente remitía a la unidad y dominación característicos del Domus[5]. Empero a eso, ¿qué tanto se debe permitir a lo público intervenir en lo privado? y ¿qué tanto el caso contrario? . ¿Cómo repercute la vida militar en el entorno familiar?.
Mi papá, el militar, hizo patria amando y respetando la institución a la que pertenece. Admite que estamos adversos a cometer errores pero también lo importante que es reconocerlos y aprender de ellos. En 2004 tras veinte años de ardua labor, renuncia a su cargo público para dedicar su tiempo a otra entidad un poco más pequeña, que aunque nunca abandonó ya lo estaba extrañando: la familia.
[1] La llegada del Papa Juan Pablo II en 1986 fue comentada en los diferentes Diarios del país, con titulares como: Bienvenido Juan Pablo II, El Tiempo, Bogotá, 01 de julio de 1986. Juan Pablo II, el Papa viajero; El Tiempo, Bogotá, 01 de julio de 1986. Guerrilleros, dejad las armas: el Papa; El Tiempo, Bogotá, 03 de julio de 1986.
[2] Este hecho se registró en la prensa colombiana con titulares como: Asesinaron a Galán, El Mundo, Medellín, 19 de agosto de 1989. Colombia de duelo por Galán, El Tiempo, Bogotá, 20 de agosto de 1989. Y años más tarde se publicaron análisis del hecho, tales como: Lo que dijo Galán, El Heraldo, Barranquilla, 18 de agosto de 1996.
[3] Esta frase es usada por la población de la Comuna 13 para indicar su rechazo a este operativo que en 2002 dejó más de 400 muertos en la ciudad. Este hecho tuvo gran impacto a nivel nacional y se registró en la prensa colombiana con titulares como: No disparen, no somos milicianos, El Tiempo, Medellín, 17 de octubre de 2002. Requisas en las comunas, El Tiempo, Medellín, 18 de octubre de 2002. Que no se vayan los soldados, El Tiempo, Medellín, 19 de octubre de 2002. Y se publicaron análisis noticiosos tales como: Lo que enseña la Comuna 13, El Tiempo, Medellín, 20 de octubre de 2002.
[4] la polis agrupaba a los ciudadanos habitantes de una comarca, centralizada en una ciudad.
[5] El término domus es muy antiguo, de etimología indoeuropea (*dom-), que designaba a la familia de tres generaciones y tiene su origen en la raíz *dem-, construir.