Hay quien siempre tiene las palabras precisas, y no lo sabe: con la risa en los ojos, de nubes en los pies y un calorcito reconfortante en su compañía.Hoy hace 289 años nació un hombre que, según cuentan, revolucionó la danza y el ballet. En honor a él, el Comité Internacional de Danza de la UNESCO determinó en 1982 que el 29 de abril de cada año se celebraría el día internacional de la danza. No puedo decir que Jean-Georges Noverre haya sido un hombre con las palabras precisas, de risa en los ojos, nubes en los pies y el calorcito reconfortante en su compañía… pero los maestros que conocí esta semana de la danza en la academia Taglioni Ballet, sí.
Hay días en los que no se quiere casi nada: que las amigas hagan honor a su título, que todos los monstruos dejen de tener el mismo nombre, que las preocupaciones desaparezcan, que el tiempo deje de gobernar sobre el ocio… que florezca el alma y todo con ella; casi nada, casi todo.
Entre cada uno de los maestros increíbles que conocí esta semana y que quiero guardar en mi memoria, uno me removió el alma y solté un par de lágrimas sin que él ni las otras bailarinas lo notaran. Al inicio de una clase de danza contemporánea explicó que el propósito de la misma era sentir el movimiento; lo que no es redundante en un día a día que nos obliga siempre a pensar las acciones y evitar las reacciones.
Pues bien. La acción: clase de danza contemporánea. La reacción: todavía no sé cómo describirla. La clase, dirigida a bailarinas que únicamente habían estudiado la técnica del ballet, no solo nos introducía a la danza contemporánea sino que era una invitación al reconocimiento del cuerpo, la respiración y a la reflexión del ser… a hablar con uno mismo y, no siendo poco, a escucharse. No me cabía el gozo en la cara. Lo que despertó el volcán emocional fueron sus preguntas al finalizar la clase: \”¿Qué sintieron?\”, y las respuestas se apresuraron en el salón de danza; \”pasión, alegría, libertad\” fueron algunas de ellas… ¿Cómo se sintieron?\” -continuó- y yo no supe qué de todo lo que sentí podía elegir. Amada. En paz. Tranquila.
\”¿Como cuando el amor nos besa los labios, verdad?\”
Inexplicable. Como cuando el amor nos besa los labios y al separarnos del otro uno siente que esos ojos ríen, esos pies flotan y el abrazo después del beso tiene el calorcito reconfortante. No se equivocó y estuve toda la semana pensando en que hay quien siempre tiene las palabras precisas y en que hay días en los que no se quiere casi nada o casi todo y en que algunas veces cuando la quietud sorprende llega alguien que despierta los monstruos que creímos haber domado y descubrimos que solo estaban dormidos y uno deja de poner la coma y todo se vuelca encima con rapidez y sale la lágrima y concluye uno hablando a media noche con la mejor amiga porque uno no entiende por qué se puso a llorar en clase de danza contemporánea: una fuga. La danza es una fuga.
Gracias maestro Germán, \”la luz divina que hay en mí, sonríe a la luz divina que hay en usted\”, porque sentir el movimiento no se quedó en lo literal.
Ahora necesito guardar un poco de silencio. Desde lo profundo de mi ser gracias.