Dicen que nací como nacen las reinas: con el cordón umbilical al cuello. Que recomendaron echarle goticas de limón a mis ojos grisáceos para conservar el color, pero nadie siguió esa instrucción. Que mi cabello era tan lacio que parecía un erizo, y que ahora soy rizada porque mi mamá —perseverante— me hacía masajes circulares cada noche en la cabeza. Mi primer plot twist de la vida.
De todo eso me quedó el gusto por las historias y las infinitas formas de contarse. Una que atesoro: los blogs. Me enamoré de los blogs en 2007, mucho antes del boom de Pinterest y de que los likes y los algoritmos dictaran qué valía la pena compartir. Era todavía una niña.
Hoy, este sitio es una mezcla entre mis primeros relatos —pura autoficción creativa— y mi portafolio profesional: un mapa de mis intereses y mis obsesiones.
La escafandra es para sumergirme.
Bienvenida(o) ♡
