Hubo un besito que dijo ¿la orilla o el rincón?
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La fórmula del miedo
Colgué el teléfono y reventé en llanto. La escena es fácil de imaginar: estoy tirada en la cama de mi mamá boca abajo sobre la almohada, esperando que absorba las lágrimas que se derraman mientras le respondo a quien está tras la línea: bien, todos estamos bien, ya queremos tenerte aquí de nuevo.
El amanecer ocurre todavía pero nadie lo espera ya: carta a mi yo del futuro
Estoy a veinte días de cumplir veinte.
Adiós gotas, adiós
Siempre puedo convencerme más de que hay que visitar los lugares comunes para asegurar que sí, son comunes. Entonces, cuando me pidió que camináramos bajo la lluvia, que me acompañaría camino a casa, el único condicionante que puse fue un simple beso. Y se negó.
Carta al Comandante
Estará pensando entonces que adónde quiero llegar, que usted no es mi amigo y verá si quiere marcharse o morirse. Ya sé que no le importa en absoluto pero, si sigue leyendo, tenía una única pregunta:
El almohadón sin plumas
Las despedidas son despedidas para quien dice adiós, aunque quien se despide nunca sepa finalmente si el despedido también quería hacerlo.