La fórmula del miedo

Colgué el teléfono y reventé en llanto. La escena es fácil de imaginar: estoy tirada en la cama de mi mamá boca abajo sobre la almohada, esperando que absorba las lágrimas que se derraman mientras le respondo a quien está tras la línea: bien, todos estamos bien, ya queremos tenerte aquí de nuevo.

Adiós gotas, adiós

Siempre puedo convencerme más de que hay que visitar los lugares comunes para asegurar que sí, son comunes. Entonces, cuando me pidió que camináramos bajo la lluvia, que me acompañaría camino a casa, el único condicionante que puse fue un simple beso. Y se negó.

Vértigo

Algunas veces cuesta aceptar, que la palabra Bien.ven.ido no es un saludo sino una despedida y que el vértigo que produce aceptarlo es más que el miedo al vacío que te espera, sino las ganas de caer en él.