“Creo que debemos confiar en nosotras mismas y nuestros instintos, que debemos educarnos para hacernos conscientes de los riesgos y que en cada paso del viaje, cualquiera que ese sea, debemos estar orgullosas de lo que somos y saber que a pesar de que vamos solas, hay muchas mujeres en ese viaje y estamos juntas en él”
Nicole Precel
La madre toca la puerta y al abrirla encuentra a su hija adolescente frente a un espejo dibujando grapas sobre su boca con un lápiz negro. Así inicia Speak, una de las muchas películas en las que una joven es violada y guarda su secreto hasta el final. La trama resulta similar a muchas otras, porque en ocasiones se hace necesario reproducir la realidad una y otra vez hasta que alguien se manifieste.
No está muy alejado entonces de lo que día a día soportan diferentes mujeres que, en su mayoría por miedo, deciden callar. La violencia contra la mujer, entendida no solo como agresión física o sexual sino también psicológica es un asunto que, aún tomándose con pinzas, sigue causando controversia.
En Colombia la violencia que atenta contra la vida de las mujeres por motivos de género y discriminación es entendida como feminicidio, y está regulada por la Ley 1761 de 2015, que surgió a partir del caso de extrema violencia en que fue asesinada Rosa Elvira Cely y que reconoce el feminicidio como un delito autónomo y punible.
Sin embargo, este tipo de sucesos no se presentan sólo en nuestro país, como lo demuestra el caso de Marina Menegazzo (21) y María José Coni (22), dos jóvenes argentinas que desaparecieron el pasado 22 de febrero mientras se encontraban de vacaciones en Ecuador y que una semana más tarde fueron encontradas muertas en Montañita, un reconocido sitio turístico de ese país.
Este hecho, considerado feminicidio por muchos, desató una fuerte ola de indignación en las redes sociales, después de que en distintos medios se insinuara que ellas, al ser mujeres jóvenes, no tendrían que estar viajando solas (aunque estaban acompañadas una de la otra) y dando a entender así que fueron ellas mismas quienes buscaron su muerte.
De este modo, cabe preguntarse no sólo por la manera en cómo se enmarca dicho concepto sino también por el trato que le dan los medios de comunicación que, según el informe La violencia tiene prensa. Análisis de la cobertura periodística de la violencia contra las mujeres en los medios gráficos de América Latina “contribuyen de manera significativa a la formación de opinión sobre distintos hechos de la realidad. La información presentada, lejos de ser neutral, puede ayudar a perpetuar, reproducir o combatir creencias basadas en estereotipos sobre los comportamientos y las relaciones entre mujeres y varones. La forma en que los medios de comunicación reproducen las noticias vinculadas con los derechos de las mujeres, el discurso público al que contribuyen y las diversas formas en que tratan los temas, pueden aportar a un mejor conocimiento sobre las percepciones que la sociedad tiene respecto de las mujeres y sus derechos”.
Así pues, y luego de las insinuaciones hechas por distintos medios y personas no solo en Ecuador y Argentina sino también en distintos puntos de Latinoamérica, se dispararon comentarios de mujeres alrededor del mundo que también “viajan solas”, reconociendo que “todos estamos en la misma búsqueda del camino propio, pero muertos del susto por temor a fracasar en el intento” y que al final “sola nunca estás cuando viajás sola”, como es el caso de Carolina Chavate, bloggera que en estos momentos visita Tailandia, y de otras viajeras que nos contaron su historia:
Sully Ospina
Rionegro, 19 años.
La primera vez que viajé sin mis papás fue con un amigo a Bogotá hace casi dos años y desde eso empecé a trabajar y ahorrar para viajar sola o con mis amigas. Además de Bogotá, he estado en Zipaquirá Sopó, Manizales, y recorrí Huila, desde el Desierto de la Tatacoa hasta San Agustín, pasando por Neiva y Garzón.
Lo más rico de irse solo es que uno conoce mucho, conoce mucha gente de varias partes, culturas, y uno puede hacer lo que quiera cuando quiera, lo más peye supongo que es sentirse sola en algún momento, además de la vulnerabilidad que implica estar en un mundo donde a la mujer todavía se la considera como el sexo débil.
Es difícil enfrentarse con personas que tienen malas intenciones, o saber que como mujer estás más expuesta que un hombre a diferentes riesgos como el secuestro, la violación o inclusive a un asesinato. Yo soy muy desconfiada de las intenciones de la gente, entonces soy muy poco receptiva y si la persona no genera buena energía evito demasiado la comunicación.
Pero gracias a esta libertad y estos viajes he aprendido a ser más fuerte. Obvio a uno le da susto porque no sabe las intenciones de los demás, pero considero que el ser mujer no significa que no pueda viajar sola, que sea más débil o que no sepa cómo cuidar de mí misma.
Cuando escucho la noticia sobre las argentinas, pienso que no estaban solas, se tenían una a la otra.
Estefanía Uribe
Medellín, 33 años.
Vivo de los libros que vendo y de las correcciones de estilo que hago. Mi papá cotiza lo de la salud y de resto, vivo con mi tío Juan, que me da casi todo. Ah, y de conferencias a las que me invitan en universidades, cosas así. También me liga mi hermanita, que sí tiene carrera y trabajo estable, jajajajaja.
Yo viajo sola pero me da mucho miedo, además porque mis viajes suelen ser más o menos largos, el mejor que hice fue probablemente a México el año pasado (2015) donde estuve en distintas ciudades, pero fue difícil, pues en México, donde hay tantísima violencia contra las mujeres (feminicidios, trata de blancas, violaciones, abusos de policías y demás) uno siente que no puede andar por la calle sola sin un arma o sin ser ninja o cinturón negro en karate. Pero no es solo allá, pasa en otras ciudades.
Como “viajera sola” suele ser difícil hasta la salida de Colombia, la policía en el aeropuerto siempre me toma rayos X, me esculca la maleta, me pregunta que pa\’ dónde voy, a qué y porqué sola. Y a mí me gusta irme sin itinerario porque lo que se planea casi nunca sale y yo no soy de horarios o de querer conocerlo todo. Pero son cosas con las que uno aprende a lidiar y eso ha sido lo más valioso, darme cuenta que puedo valerme por mí misma, algo que de hecho supe cuando se me perdió el pasaporte en Monterrey y tuve que viajar al DF prácticamente indocumentada para sacarlo de nuevo.
Tatiana Urbano
Barranquilla, 26 años.
Yo fui a Machu Picchu sola y lo más complicado fue no tener respaldo en un imprevisto de salud y de seguridad. Lo mejor fue, además de la interacción con personas desconocidas -que a pesar de todo es un reto grande-, el poder realizar actividades de gusto personal y no someterme a actividades grupales solo porque son mayoría en el grupo.
Creo que lo más importante de este viaje fue que, al irme sola me di cuenta de que realmente uno nunca está solo y que, a pesar de todo, siempre encuentras personas en el trayecto que te ayudan y acompañan en todo lo que necesites.
Por eso encuentro machista el argumento de que a las chicas argentinas asesinadas en Ecuador las mataron porque iban “solas”; la seguridad que brinda un país a sus ciudadanos y extranjeros debe ser para todos sin importar el género.
Ante situaciones como las ya mencionadas, y enfocándonos ahora en lo local, la Agenda Ciudadana de las Mujeres para Medellín 2015 – 2019 contiene 8 temas clave que la Mesa considera para el desarrollo integral de las mujeres, producto tanto del rastreo de normativa nacional e internacional como del análisis de contexto y puesta en común de situaciones que afectan a las mujeres de la ciudad. Estos temas son:
- La participación política de las mujeres
- La salud de las mujeres desde el enfoque diferencial y de género
- Una vivienda digna y un hábitat saludable para las mujeres
- Soberanía y seguridad alimentaria para las mujeres
- El derecho de las mujeres a tener servicios públicos domiciliarios
- El derecho de las mujeres a acceder a empleos dignos y a programas de mejoramiento de ingresos
- El derecho a la educación para las mujeres
- Una vida libre de violencia y en paz para las mujeres
“Por desgracia, para las mujeres que viajan solas, existe la posibilidad de que algo pueda sucederles. Y no es algo que sea exclusivo de una u otra cultura sino una triste realidad que enfrentan la mayoría de las mujeres cuando se navega el mundo” dice Nicole Precel en I know the risks. But I won’t stop travelling alone.
*Este artículo fue redactado en compañía con Alejandra Vergara Gallo.